“Roger Waters no se dignó a hablarme hasta después de haber pasado seis meses juntos estudiando en la facultad. Una tarde, la larga e inconfundible sombra de Roger se cernió sobre mi mesa de dibujo. Aunque me había ignorado deliberadamente hasta ese momento, finalmente había reconocido en mi un espíritu musical afín atrapado en un cuerpo de arquitecto en ciernes. Los caminos desventurados de virgo y acuario habían dictado nuestro destino y obligaban a Roger a buscar una manera de unir nuestras mentes en una gran aventura creativa .
No, no, no. La única razón por la que Roger se había molestado en dirigirse a mi, era por que quería que le prestase el coche”.
Desde ese mismo momento iniciatico, el baterista Nick Mason comienza a desandar el camino que lo depositaria cuarenta anos después, con cientos de millones de discos vendidos y miles de kilómetros recorridos, en uno de los lugares mas privilegiados de la historia del rock.

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En el recorrido podremos entender un poco mas las complejas personalidades de la banda, comenzando por el mítico Syd Barret, o el manual de cómo lidiar mal con un sicótico deschavetado de ácido a finales de los sesenta cuando todo esto era nuevo.
Una de las conclusiones latentes es el desgaste que debió sufrir la banda pagando el precio de estar a la vanguardia en muchos aspectos del rock, como lo son la iluminación, la puesta en escena, la composición y ese impulso maniaco de llevar la tecnología disponible al limite en pos de sacarle algo nuevo al proceso creativo.
Autocritco sin ser sincericida, honesto sin ventilar trapitos y salpicado de buen humor y jugosas anécdotas, (como la vez en los comienzos que el propio Nick tuvo que tocar en medio de un charco de sangre del baterista anterior que había sido derribado de un botellazo por una turba de irlandeses iracundos) hacen que la lectura sea bastante amena, sin aburrir con estadísticas y adornada con buen material fotográfico. (Mateo Crespo)